Los siguientes poemas parecieron originalmente en inglés y español como parte de la edición impresa de [({  })] La herramienta transfronteriza para inmigrantes. Aparecen aquí en sus idiomas originales, junto a nuevas traducciones en dos lenguas indígenas de las Américas––nahuatl y ayuujk/mixe.

***

1.


El desierto es un ecosistema único en si mismo, con su propia lógica de sustentabilidad y orientación. Por ejemplo, el cactus de barril o biznaga—conocido como cactus brújula—acumula el rocío y la humedad, también proporciona direcciones. Tan claro como una flecha o una constelación, se inclina hacia el sur. Oriéntese haciendo uso de este recurso o por las plantas que florecen, creciendo hacia al sol, ya que éstas siempre apuntan hacia el sur en el Hemisferio Norte.


 

2.

Camine o escale en las mañanas. Descanse al mediodia bajo un mezquite, una hediondilla o gobernadora para protegerse de la abrasadora temperatura del suelo. Recuerde—aun la víbora de cascabel aerodesliza la mayor parte de su cuerpo sobre la ardiente arena mientras deja su característica huella en forma de “J” a lo largo de las dunas del desierto.


 

3.

Justo antes del amanecer, los beduinos volteaban piedras semienterradas para atrapar el rocío que el frío de la noche había condensado en su superficie. Los viajeros indígenas en el corredor de México-Estados Unidos buscan las anchas hojas de la yuca y el agave para abastecerse de agua. El agua de la lluvia se acumula en la base de cada planta—el ápice de las hojas—permaneciendo ahí hasta unos días después de una llovizna veraniega o invernal. La premisa a seguir es simple: el desierto acumula agua en lugares inesperados que resiste divulgar. No agote sus energías buscando sus escondites secretos, pero igualmente no presuma que sus bolsillos de humedad son inexistentes. Limite su búsqueda de agua al principio y al final del día de manera que el líquido que encuentre sea más que el sudor que transpire al buscarlo. La sed es rara vez saciada: se transforma para reaparecer en el horizonte. Mientras tanto, el desierto refleja el sol como en un espejo. Usted está atrapad@ en el medio de este intercambio desigual e inconsumado.


 

4.

El avión piloteado por el Teniente Edwin Zolnier del Cuerpo de Marines de EE.UU. realizó un aterrizaje forzoso en el Desierto de Sonora. Al ser rescatado cinco días más tarde, Zolnier reconoció que el cactus de barril—biznaga—fue lo que lo mantuvo con vida. Técnicamente, se puede sobrevivir de la humedad de ciertos cactus, pero para esto hay que reconocer la diferencia entre lo sostenible y lo insostenible. La pulpa y la savia de algunos cactus son tan tóxicas, que tendrá que ser hospitalizad@ en caso de beberlas y comerlas. Algunos cactus no l@ matarán, pero pueden dejarle muy enferm@. La regla de oro: Solo corra el riesgo de comer o tomar cactus si la única alternativa que tiene es morir de sed. El saguaro y el órgano envenenan. Punto. Y no todos los cactus de barril son iguales. Para hacer las cosas más difíciles, los saguaros jóvenes se parecen mucho a las biznagas. Así que no debe concentrarse en buscar solamente cactus chaparros y redondos, tiene que diferenciarlos, piense en los anzuelos. Las espinas en forma de “J,” utilizadas por los indígenas seris para pescar, marcan y distinguen los cactus que verdaderamente le salvarán la vida. Cuando haya encontrado el cactus correcto, corte la parte superior con un cuchillo o piedra afilada, pero no espere encontrar una fuente de líquido en su interior. Céntrese, corte un pedazo de la pulpa interior blancuzca que está en el centro de la planta. Mastíquela. Deje que el jugo baje por su garganta. Escupa la pulpa una vez que le haya chupado todo el líquido. No se trague el bagazo. Descanse, digiera. (Cualquier esfuerzo después de comer, podría causar que perdiera lo poco que ha ganado en el proceso.) Si el sabor de la pulpa le provoca ganas de vomitar, coloque la pulpa bajo la sombra literal o improvisada (e.g., cúbrala por poco tiempo con su cuerpo). Al enfriarse, aunque sea un par de grados, el líquido sabrá súper concentrado, más “vegetal” que la mayoría de los vegetales apetitosos para los seres humanos, pero puede ser más fácil de tragar.


 

5.

En climas cálidos, puede sobrevivir hasta tres semanas sin comer nada. No obstante, la necesidad de hidratación del cuerpo humano es un problema completamente distinto. Consuma las tunas del nopal, saguaro, órgano, yuca y cholla, aunque sólo sea por su contenido líquido.

En el verano, la pitaya dulce, la fruta del cactus órgano, se torna roja y pierde sus espinas al madurar. La tuna se torna un color morado, mas nunca pierde sus púas. Destronadas, desespinadas, ambas son deliciosas. Quíteles la piel.


 

6.

En cuestiones de vida o muerte, podrían casi todos afirmar, “el gusto es relativo.” (Tal es el destino de la poesía como artificio, arte o sustento—una no-cuestión si no se puede beber, comer o respirar, aun si “la poesía no es un lujo”.) Sin embargo, el sabor de los cactus presenta un dilema particularmente espinoso. Aún no mezcal o tequila, muchos cactus retienen humedad, pero también toxinas. De nuevo, la norma básica: sólo tome el riesgo de comer o beber cactus si la alternativa es morir de sed. Pruebe, pruebe, pruebe. El barril de anzuelo es quizás su mejor opción, pero asegúrese de que pueda identificarlo antes de ingerir su contenido. Si no está segur@ de que ha encontrado la planta correcta, ponga una pequeña porción de la pulpa en su boca, pruébelo antes de tragar su savia. El sabor debe parecerse al de vegetales súper-saturados. Escupa todo lo que sea acre, amargo o tan desagradable que provoque ahogo sin control o vómito. Espere aproximadamente treinta minutos para medir la tolerancia de su cuerpo a este experimento—es mejor quedarse sedient@ cerca del nocivo saguaro que envenenarse o acelerar las etapas de la deshidratación. ¡Ánimo! Un paisaje que sustenta al saguaro es igualmente favorable para el barril de anzuelo.


 

7.

Los álamos negros ofrecen una bienvenida—la sombra. Las arboledas también indican un arroyo en el desierto o un manantial subterráneo cercano a la superficie. Rastree las pistas de las animales. Camine en las huellas de los coyotes o los zorros hacia el agua más fresca. Las moscas y los mosquitos rara vez se alejan de una fuente de agua. La divina permanencia de los jabalís, viajando por las zanjas. Las trayectorias del vuelo de los pájaros, como los pichones y las palomas, también indican la cercanía de un oasis. Ellos beben por las tardes. Si vuelan bajo y despacio, siga su dirección. De donde vienen quizás sea donde necesite ir para llenar su botella o frasco.


 

8.

Según Heródoto, el rey Cambises perdió todo su ejército persa (cincuenta mil hombres) en una tormenta de arena egipcia hace dos mil quinientos años. Los desiertos guardan sus secretos; no hay evidencia arqueológica que corrobore la versión de Heródoto. Repentinos haboobs locales—a veces el resultado de las corrientes de aire frío generadas por las tormentas eléctricas—todavía amenazan a los viajeros del desierto. Los instrumentos en el desierto de Mojave han registrado velocidades de viento de hasta ciento sesenta kilómetros por hora. En una tormenta de arena o polvo, el calor sofoca; los vientos transubstancian el paisaje en objetos voladores no identificados. La arena se convierte en papel de lija contra la piel. De la espalda al viento. Acuéstese de costado contra un cerro o duna. Cubra su cara. Tápese la nariz y la boca. Guarde sus lentes en su camisa o en el bolsillo de la chaqueta (para que el viento no grabe sus soliloquios en ellos). Espere a que pase. Ningún Godot, una tormenta de arena seguirá el camino de un berrinche.


 

9.

Las abejas africanas son un reto formidable para los que viajan por las Américas. Otras abejas pueden rodear a una persona, pero rara vez la picarían sin provocación. Las abejas del sudor, por ejemplo, aterrizan en la mano para beber hasta saciarse de la transpiración. Si no las perturba, no atacarán y se irán volando cuando estén satisfechas. Sin embargo, las abejas asesinas, descendientes de migrantes(que a su vez vienen de veintiséis abejas de Tanzania liberadas accidentalmente al sureste de Brasil), son agresivamente territoriales. Son casi idénticas a otras abejas mas dóciles y tranquilas. Las abejas africanas—ahora las reinas y trabajadoras del desierto de Sonora—se agrupan cerca de los posos de agua y de los cactus que han florecido. Las abejas asesinas defenderán sus panales en contra de cualquier amenaza: miles atacarán. Mantenga una distancia de no menos de treinta metros de sus colonias (dominios eminentes), construidas sobre un terraplén (lomas y huecos), cactus, creosotas, mezquites, los acampamentos abandonados de otros viajeros.(¡Hasta han anidado debajo de las tapas de los barriles de agua!) Si ve muchas abejas patrullando o escucha su zumbido, siga caminando. Las abejas asesinas perciben los colores oscuros o brillantes—en la ropa o el cabello—como un predador. Si las abejas forman una nube, no agite sus brazos y no las golpee. ¡Corra! O abríguese con una sabana. Las abejas africanizadas siguen los movimientos del enemigo, midiendo el monóxido de carbono que suelta. La prioridad debe ser cubrirse la cara (la hinchazón de la nariz y boca impide su respiración). Si le pican, busque un lugar seguro. Después, utilice sus dedos, un arete, una trozo de granito para quitarse los aguijones y los sacos de veneno alojados bajo la piel (si no lo hace, estos fragmentos continuarán inyectándole veneno).


 

10.

Las tarántulas hembras envuelven sus madrigueras con seda. Emprendedoras, explayan sus elaboradamente tejidas entradas por la noche para atrapar a los inocentes insectos cercanos. Aunque algunos tejanos del sur sostienen que el masivo éxodo nocturno de las tarántulas son los muertos que salen de sus tumbas; de hecho, las tarántulas macho, ligeramente venenosas, rutinariamente se aventuran durante el ocaso. Si cruzan su camino, viva y deje vivir. De lo contrario, estos arácnidos con pulmones laminares le morderán o chasquearán, soplando los pelos de sus panzas al aire. Como las astillas, sus misivas entrarán en su piel, provocando gradaciones de irritación (picor, hinchamiento, topetones rojizos levantados). Peor aún, si sus pelos flotan como esporas a sus ojos, espere una irritación similar a la inducida por el spray de pimienta o el gas lacrimógeno. Pasará; pero, considere que en Italia muchos creyeron una vez que la única cura para una mordedura o el vertimiento de la tarántula era la danza ahora conocida como la tarantela.


 

11.

La cascabel diamantada del oeste—color café claro a oscuro (capaz de alcanzar una longitud de dos metros)—puebla densamente los desiertos de América del Norte. Se le encuentra con mayor frecuencia en los deslaves de maleza y nichos con sombra, en la primavera, emergen de la hibernación, brotando como las flores. Ahí, en su pico venenoso, toman el sol, destellando sus parches adiamantados. Su presa preferida: los ratones y ratas canguro. La cascabel diamantada tiene un récord dudoso—la mayoría de los casos de mordedura de serpiente en el continente. Preste atención a su cascabel. Busque las superficiales marcas circulares que dejan en los lugares donde se han enrollado a dormir. Las cascabeles también son criaturas de hábito, volviendo a sus lugares de reposo. Las serpientes venenosas se clasifican en dos categorías (en relación a su veneno). Las cascabeles diamantadas van cargadas de hemotoxinas, aunque no tan concentradas como el de algunas serpientes. Compensan esta supuesta carencia con su potente modo de entrega, inyectando grandes cantidades de veneno con ataques individuales y quirúrgicos. Las hemotoxinas inundan el torrente sanguíneo, destruyen las células sanguíneas, dañan tejido, catalizan la hemorragia interna. Sí, las reacciones a las picaduras de víboras varían. Pero, si usted es mordid@ por una cascabel diamantada—especialmente entre marzo y abril—en tres minutos el área alrededor de la herida se enrojecerá e hinchará. Y, si no se trata, su cuerpo no se desviará de un guión bien ensayado: hinchazón masiva y formación de ampollas, disminución constante de la presión arterial, dolor de cabeza, dolor severo, sangre en la orina. No obstruya la circulación o haga incisiones sobre la herida. No tome analgésicos o sedantes. No coma. Retire la ropa o joyas debajo del área. Permanezca inmóvil, mantenga la mordedura debajo del nivel de su corazón. Lo ideal es que consiga que alguien más limpie la herida. Y, lo más importante—malditas fronteras—llame al 9-1-1 o 0-6-6; busque atención médica inmediatamente.


 

12.

Para la mayoría, la mordedura del alacrán de corteza de Arizona, de un color amarillo translúcido y estriado café, no es letal. Los escorpiones, caminantes nocturnos, buscan escondites frescos, oscuros y húmedos durante el día. Si le pica un escorpión, limpie la herida; no coma nada por ocho horas. Es posible que se recupere. Por el contrario, la mordedura de una araña parda reclusa es literalmente “una fuerza de la naturaleza”. Espere escalofríos, fiebre, náusea, vómitos, sarpullido, irritación, y una ulcera que seguirá creciendo a menos que la herida sea extirpada y tratada médicamente. Hallada en la madera seca y en escombros, la araña parda reclusa lleva en su espalda una marca distintiva y oscura en forma de violín.


 

13.

Los calambres por calor, relativamente leves, son señal de deshidratación y pérdida de sodio. Beba agua, descanse en la sombra, busque agua durante el crepúsculo. La enfermedad por calor es una lesión cuyos síntomas incluyen fatiga, mareos, desmayos, náuseas, vómitos. Repita: Beba agua, descanse en la sombra, busque agua durante el crepúsculo. El agotamiento por calor produce sudoración, piel húmeda y pegajosa, elevación del pulso y la respiración, debilidad, más desmayos, náuseas y vómitos. PARE. Las decisiones que tome a partir de ahora dictarán si vive o muere. La insolación ocurre cuando una persona continúa a pesar del agotamiento. Sobreviene el trauma—colapso físico, pérdida de conciencia, pulso y respiración acelerados, un incremento vertiginoso de la temperatura corporal, desorientación severa, destrezas motoras afectadas, micción involuntaria, pupilas dilatadas. A medida que la insolación progresa, usted experimentará dolor de pecho y brazo, convulsiones, entrará en coma. Usted no estará equipad@ para enfrentar estos síntomas si se presentan. Llame al 9-1-1 o 0-6-6 de antemano.


 

14.

La cholla, o cactus saltador, se agarra. Con la más leve caricia, un botón de espinas se despega. Quite la cholla de su piel y ropa en incrementos, con una piedra, un palo, un cuchillo: el botón… grandes espinas que quedaron atrás… pequeñas espinas o gloquidias. Las agudas agujas que quedan se saldrán solas en unos cuantos días.


 

15.

Monocotiledónea arborescente. “Mothers of the Disappeared.” “I Still Haven’t Found What I’m Looking For.” “Bullet the Blue Sky”: “Put El Salvador through an amplifier.” Pocas veces se sostienen por si mismos (mexicanos como los irlandeses en los Estados Unidos), el árbol de Josué suelta flores verde-amarillas—como bengalas—en la primavera. Los mormones se referían al árbol—en realidad arbusto—como “las plantas que oran”. Antropomorfizando sus ramas, comparaban el más grande de los árboles de yuca de hoja perenne al profeta Josué del Antiguo Testamento mientras señalaba hacia la tierra prometida. Utilice la madera liviana del árbol de Josué para entablillar extremidades fracturadas. Mastique las raíces de la planta para extraer su compuesto similar al corticoesteroides (en los casos de inflamación o reacción alérgica).


 

16.

Un antioxidante, un medicamento antiinflamatorio, el ubicuo arbusto de la creosota se rejuvenece a través de un proceso de clonación. Puede vivir hasta 9,000 años y los Tohono O’odham pensaban que era el ser viviente más antiguo de la tierra. Diez años después que la explosión termonuclear de 1962 destruyó veintiún arbustos de la creosota en Nevada, otros veinte retoñaron casi en forma de protesta. “No nos moverán”. Hiroshima mon amour—sin fantasmas, sin quemaduras, sin sombras. El arbusto de creosota simplemente crece—un artista de la sobrevivencia.


 

17.

Aproxímese a caminos pedregosos con cautela, especialmente en la oscuridad o después de una tormenta eléctrica. Las caídas de pendientes empinadas representan la segunda mayor causa de heridas y muertes en el desierto (siendo la primera, deshidratación). Sacrifique impulso por un punto de apoyo más seguro. Aprenda a leer el terreno: anticipe rocas sueltas y gravilla. Trepe por piedras más grandes y difíciles de desplazar. Elija rutas con parches de vegetación anclados. Dese cuenta que el descenso, como la disidencia, siempre es más peligroso que el ascenso. Use un bastón para probar lo que está adelante. Con otros, viaje en diagonal; evite caminar directamente debajo de alguien más en cuestas empinadas (Si no, espere que lo que la persona suelte al bajar le impacte.) Al igual que los caminos pedregosos, las dunas del desierto son transitables. Aprenda también a leer este terreno. Atraviese el desierto de dunas arrítmicamente—estilo Fremen. Rehúya las dunas con bases anguladas hacia sotavento. Camine entremedio de sus huecos sagrados, fijándose en los hoyos pequeños (que señalan túneles) y depresiones cónicas de limo. O manténgase en lo alto de las laderas surrealistas de las dunas hechas de partículas de arena ásperas, apretadas. Las cimas brindan estabilidad si usted se resiste repetir el ritmo—un movimiento, como el aliento, que sube y baja.


 

18.

Tormentas eléctricas, revelaciones, pueden parecer como un consuelo para los que sufren de calor y sed. Pero las lluvias torrenciales, comunes en el DF desde mayo hasta septiembre, pueden ser tan mortales como el sol imperturbable y sin gríngolas en los desiertos de Sonora y Chihuahua. (Cada aguacero, una zona cero.) En minutos, el agua rio arriba baja como un muro de agua y escombros. Inundaciones repentinas, deslazamientos de tierra y monzones devoran. Deslaves en zonas bajas, arroyos y barrancos se desbordan. La temperatura del aire—como los papalotes—cae en picada. Cuando los nubarrones van juntándose, busque terreno elevado, evadiendo cactus altos y árboles, colinas y cadenas montañosas. Relámpagos, siempre a la vanguardia, anticipan el diluvio. Cuando el agua retroceda, entrecruce su obra de arte—patrones en la arena, esculpida como un mapa topográfico o un libro de Braille abierto.


 

19.

El frío del desierto también mata. El impredecible clima de invierno incluye hielo, aguanieve, granizo y nieve. En un mundo ideal, llevaría consigo una chaqueta a prueba de viento y agua. En un mundo menos que ideal, use peñascos y formaciones rocosas para protegerse del viento. Éstas mantienen el calor del sol por horas. No se acueste en el suelo arenoso ni cave hoyos poco profundos en él. Más rápido que el aire, la arena—un disipador—drenará, como un líquido, el calor de su cuerpo.


 

20.

No entre en pánico. No entre en pánico. Si está demasiad@ cansad@ o desorientad@ para continuar, dese cuente que probablemente no va a estar pensando claramente. El calor revuelve el cerebro como huevos. “Es completamente noble salir de una pose”. Reconozca sus propias limitaciones. Prenda su teléfono. Busque una señal. (Camine sólo si no está dentro de la cobertura. Luego, apague el teléfono para conservar la vida de la batería para salvar la suya. Camine, repita. Camine, repita, hasta que encuentre señal.) Llame al 9-1-1 o 0-6-6. Razone—es mejor vivir para cruzar el desierto mañana que dejar que el desierto le crucifique hoy.


 

21.

Mantenga su cuerpo tan cubierto como la comodidad lo permita. Las quemaduras de sol no sólo inhiben viajes, pueden agravar, acelerar la deshidratación e hipertermia. La arena y las rocas reflejan el calor y la luz como si se estuviera caminando sobre un líquido metálico o “cenizas del tiempo”. (¡También proteja sus ojos de la ceguera por el sol!) Mantenga la ropa suelta, ligera de peso y de color. Piense pardo—canela, blancuzco, caqui, verde oliva. Piense evaporación controlada (la ropa regula). Si se le presenta la oportunidad, empape su camisa en el agua que sea muy sucia para beber. Puede que luego su aspecto o su olor sea desagradable, pero la ropa húmeda desacelerará su grado de sudoración. La clave aquí es la conservación—conserve sus recursos cuando sea posible.


 

22.

Al fin y al cabo, muchos argumentarían que la naturaleza establece el estándar de neutralidad. A diferencia de los seres humanos, la naturaleza no mantiene lealtades a una nación, familia, negocio, religión. Usted ya sabe que el peligro más grande al que se enfrenta en el desierto no es necesariamente el clima o el terreno. Algunos no tendrán su mejor interés en mente. Los rescatistas se comprometen a asistir a los que necesiten ayuda; aténgalos a cumplir esa promesa. No le confíe su vida a ningun@ otr@ extrañ@.


 

23.

Cuando todo—incluyendo este teléfono móvil—falle, construya una señal de fuego en la tierra o en la arena, lejos de arbustos y árboles. Use cactus muertos y mezquite. Un fuego en forma de “X”—el símbolo internacional de peligro—no necesita traducción.

 


 

24.

I.

Dos horas antes o después de medio día, inserte un palo (de un metro de largo) en la tierra.

Marque la punta de la sombra que produzca con una piedra.

Espere veinte minutos.

Marque la segunda sombra con otra piedra.

Dibuje una línea recta de la primera piedra a la segunda, extendiendo la línea otros dos metros. Este es su eje de oeste a este.

Dibuje una línea perpendicular que cruce por el centro del eje.

Párase en la intersección de estas dos líneas. Mantenga el oeste a su izquierda para que mire hacia el norte geográfico.

Escoja un punto de referencia en línea con esa orientación.

Camine hacia ese punto de referencia; repita este ejercicio.

II.

En la noche, busque la Osa Mayor.

Fíjese en las dos estrellas que forman el contorno.

Imagine una línea desde esas estrellas a un punto como cinco veces la distancia entre ellas. Ahí debe encontrar a Polaris, la estrella del Norte, esperándole (al final del mango de la Osa Menor).

Imagine una línea recta entre Polaris y el horizonte. Este es su segundo punto de orientación hacia el norte geográfico.